Desde su más tierna juventud y durante cuatro épocas de su vida, formó parte de una banda de delincuentes. Era mentiroso, manipulador, tergiversador, ocultaba sus verdaderos sentimientos respecto a cuantos le rodeaban. No tuvo reparo en ocultar robos, estafas, chantajes, apropiaciones indebidas y un sin fin de actividades delictivas, entre las que no se encontraban los delitos de sangre, cometidos por su banda. Cada quebrantamiento escapaba de ser juzgado, sancionado y condenado por la justicia debido a la acumulación de expedientes por juzgar incapaz de superar los trámites administrativos y burocráticos de las leyes y procedimientos. La tardanza en investigarlos llevaba indefectiblemente a superar los plazos previstos y llegar a su prescripción. Nunca se detuvo en analizar o descubrir las razones que podrían tener los jueces para no condenar o sobreseer los casos de su banda.
Estos hechos mantuvieron a la banda en la difícil línea de superar o no el margen de la Ley. Aunque no perseguida, si mencionada en cada ocasión que la sociedad marcaba. La realidad indiscutible era que la gente olvidaba sus fechorías aplicando el dicho «pelillos a la mar» o «son como todos». Siguieron delinquiendo, él conocía de antemano las numerosas posibilidades de mantener la banda en el top de las más reconocidas, disponía para ello de contactos y amistades.
Su vida cambió cuando cruzó el umbral de la treintena de años. Se transformó, pasó de ser un mero número del grupo, a presidir la banda. Modificó su fisonomía y se rodeó de la llamada gente guapa y reconocida para continuar su vida, ahora como un respetado miembro de la sociedad.
Vistos los elevados ratios de delincuencia, un importante sector de una estructura institucional se dispuso a crear una Comisión para estudiar, coordinar y recomendar las oportunas normas con el fin de atajar el incremento delictivo. Le conocían, sabían que era un hombre manipulador, mentiroso, tergiversador, pero conocedor del ambiente delictivo. Muy pronto recibió una oferta que no pudo rechazar: Presidir la comisión contra la delincuencia. Sorpresa para muchos, aplausos de otros. Algunos mencionaron aquel dicho: «poner al zorro de guardián del gallinero»
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