NOVELAS
EL LEGADO OCULTO DE AL MANSUR
La incansable búsqueda en el siglo XXI del legado oculto de Almanzor desde el siglo X. Un viaje a una España en pleno Califato de Córdoba dominado por Almanzor.
Año 2008. Monasterio de Suso en La Rioja. Desaparecen los sarcófagos de los Siete Infantes de Lara. A un joven arqueólogo, Jorge Salas, especialista en el mundo árabe, le requieren para localizarlos.
Siglo X. España está dominada por Almanzor. El caudillo árabe, que desconfía de cuantos le rodean, oculta las pistas que deben llevar a su hijo Abd al-Malik, a descubrir su misterioso legado.
Siglo XXI. Jorge Salas encuentra fortuitamente dichas pistas, aunque hay más gente persiguiendo el mismo propósito provocándole numerosos problemas, ante la aparición de una misteriosa Fundación que trata de localizar el Legado.
Una búsqueda entre el laberinto de dos épocas separadas por once siglos.
El Legado oculto de Al-Mansur_V. 9 revisada_Primeros capitulos
LA FALCATA DE VIRIATO
La historia nos habla del caudillo llamado Viriato, definido como un pastor lusitano que luchó contra los ocupantes romanos. Sin embargo su aparición en la historia surge en un determinado momento, no se conoce dato alguno anterior. Aparece un Viriato hecho hombre, fuerte y luchador. Nacen varias preguntas: ¿Cómo llegó a utilizar estrategias contra el imperio romano? ¿Cómo aprendió el manejo de la falcata, la espada que fuera copiada y adoptada por romanos y griegos?
Esta es la narración de esos años de infancia y juventud que enlazan con su edad adulta en las luchas por defender su tierra, su familia, amigos y resto de las sociedades tribales en plena Edad del Hierro frente al invasor romano. Todo ello sin apartarse un ápice la realidad histórica desde que su conversión en Régulo, es decir en caudillo.
Falcata: Espada de hierro originaria de Iberia, relacionada con las poblaciones celtíberas anteriores a la conquista romana. Sus dimensiones son similares a la gladius, espada corta usada por los romanos, de aproximadamente medio metro. Los romanos se sorprendieron por la calidad del hierro hispano, así como su capacidad de corte y flexibilidad. Las planchas de hierro se sometían a un proceso de oxidación, enterrándolas bajo el suelo durante dos o tres años para eliminar las partes más débiles del hierro. Se forjaba uniendo tres láminas de hierro en caliente, la central algo más larga para confeccionar la empuñadura. No existían dos falcatas iguales, se fabricaban de encargo y por tanto tenía las medidas según el brazo del dueño. Tanto los griegos como los romanos la adoptaron para sus ejércitos.
” Hispania Citerior. Año 129 a.d.n.e. Alucio, un anciano lusitano cuya edad está muy cerca de los ochenta y cinco años, acaba de abrir los ojos. La noche que ha pasado junto al fuego central de la choza, incómoda, abierta por el techo, con un jergón de hojas donde reposar el cansado cuerpo, estuvo llena de sueños. En su rostro aún permanecen las huellas del recuerdo. Los años han pasado tan rápido que a veces confunde las fechas al rememorar los hechos. Junto a una manta de pieles de borrego, cosidas por diestras manos, tiene un pequeño bulto escondido. No es muy grande, su longitud posiblemente no alcance más allá de la extensión del brazo de un hombre adulto. Su anchura aún es menor, equivale a una cuarta. Una soga, gastada y sucia, sujeta y oculta su contenido, lo hace de arriba abajo y de un lado a otro. Como cada mañana, una mujer joven del poblado, acude a la choza para calentar en un recipiente un poco de leche de oveja recién ordeñada. Se lo ofrece junto a los restos de una torta de trigo, que el anciano intenta triturar con los pocos dientes que aún conserva en su boca.
Han dispuesto un banco para que se siente mirando al oeste, hacia su querida Lusitania. A su espalda, una roca le servirá de respaldo y abajo en el suelo, un par de odres con agua y leche para saciar su sed. Todos esperan las palabras del anciano Alucio.
Mis queridos amigos. No sé si ha sido Endovélico y Lug, quienes han comenzado a llamarme ante su presencia. Mis piernas apenas pueden sostenerme y cada día el cansancio llena todo mi cuerpo. Creo que pronto cruzaré esa línea tan ligera que separa la vida de la muerte. Sin embargo me molesta pensar que no moriré en combate. Me habría gustado que mi cuerpo reposara junto al de muchos guerreros y que en la próxima noche de plenilunio se celebraran mis exequias con cánticos y honores, según vuestras costumbres, o que siguiendo las lusitanas, mi cuerpo fuera incinerado en una elevada pira. Pero no puedo pedir tanto, al fin y al cabo solo soy un humilde hombre. Perdonarme. Os prometí hace tiempo que os contaría una historia. La de un verdadero héroe, y esto que ahora oculto, forma parte de ella. Cuando la acabe de contar lo descubriré. Hace tiempo, más del que quisiera, escuché y viví lo que a continuación os relataré…”
BREOGHAN – Historias de Kallaikia
Etimológicamente BREOGAN sería el equivalente a jefe de una BRIGA, un otero o monte. Usado en la toponimia gallega como Bre, en poblaciones como Alcabre, O Grove, Cecebre etc.
Una leyenda indica que fue Crunna, quien habitó por primera vez el asentamiento y dio su nombre. Las variaciones del nombre a Crunia y Cruña, dan hoy origen al nombre actual A Coruña
Partícula BRIG, de raíz celta, significa lugar alto. Su nombre obedece también a la diosa Briganti, alta, excelsa.
Onuim mes equivalente al periodo comprendido entre el 18 de Febrero y 17 de Marzo. El pueblo celta calculaba sus meses basado en trece lunas llenas, periodos de 28 días. Dado que los celtas consideraban una conexión divina entre los hombres y los árboles, los meses se asociaron a trece árboles, fuente y energía fundamental para la vida del hombre. Así pues el mes de Onuim está asociado al Fresno.
Así comienza Breoghan, una novela basada en hechos históricos, leyendas celtas y ficción de algunos personajes que construyeron el Faro Brigantium hoy denominado Torre de Hércules. Los misterios, luchas y sueños de unas gentes amantes de la navegación y la tierra donde nacieron y echaron raíces. Cuenta la leyenda que Breoghan los días con cielo despejado subía a la torre para mirar al norte y ver las tierras de Irlanda, a la que posteriormente envió a sus hijos.
Leer primeros capítulos Breoghan_revisada
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