Laura no era la primera vez que acudía a urgencias. Normalmente antes de ser atendida por los médicos, debía entregar su tarjeta sanitaria y comentar detalles del motivo que la llevaban hasta el hospital. Tras ser diagnosticada y atendida, el alta iba acompañada por un informe y alguna receta para solucionar los dolores e inflamaciones provocados por los golpes propinados por Marcos desde dos meses después de casarse, iba ya para siete años.
En más de una ocasión sus vecinas y amigos la recomendaron avisar al teléfono 016, que al parecer no dejaba rastro, pero ella no disponía de teléfono móvil, su marido le retiró cuantos pudo comprarse. La mantenía encerrada en el baño mientras revisaba y requisaba cuanto se le antojaba. Antes de pegarla solía decir: Esto me dolerá más a mí que a ti, pero no tengo más remedio.
Aquel día sus dos ojos morados, una herida sangrante en el abdomen y dos tajos en la parte izquierda de la cara demostraron a la recepcionista del hospital, que aquello no eran encontronazos fortuitos con cuchillos ni puños. Debe ir a la policía a denunciarlo —la señaló tajante e imperativa, o lo haré yo, es mi obligación. Laura rogó repetidamente que hacerlo sería su sentencia de muerte —yo lo arreglaré, dijo sin apenas fuerzas. Se contentó con regresar a su casa.
Se acercó hasta la estación de metro mas cercana. Esperó en el andén la entrada del convoy que llegaría en cuatro minutos. Comenzó a caminar, le gustaba situarse en el tercer vagón por la cola, la dejaba cerca de la salida en su estación De repente lo vio charlando animadamente con una mujer más joven que ella. Se ocultó tras unos viajeros mas altos que ella, situados tras él, a pocos centímetros. Le escuchó hablar con la joven frases despectivas, procaces y muy molestas dirigidas a ella.
El convoy iba acercándose, sus luces en el túnel lo indicaban, unos segundos y entraría reduciendo la velocidad para ocupar el andén completo. De repente hizo entrada lanzado. En ese preciso instante un brazo salió entre los tres viajeros, lo situó sobre los riñones de Marcos y dijo mientras empujaba, esto me dolerá más a mi que a ti, pero no tengo más remedio.
El convoy no pudo frenar, lo arrolló. Laura preguntó a los viajeros que la ocultaban ¿Qué ha ocurrido? Uno respondió. Un viajero ha caído a las vías, ha debido suicidarse.
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