Como han cambiado los hábitos para informarse. Tan solo hace unos años estábamos obligados a comprar la prensa diaria, para leer o ver los reportajes gráficos de cuanto sucedía en el mundo, y más detalladamente de la ciudad donde se reside.
Personalmente muy de cuando en cuando, recorría de manera ligera, una de las secciones más negras, el obituario. Lo hacía por un extraño interés, que no voy a desvelar ahora. Sin embargo, algo extraño debe estar sucediendo en esta zona de la ciudad que comenzó a preocuparme. Dada mi capacidad de investigación, nacida por la lectura de decenas de novelas policíacas, he iniciado una a título particular.
Desde hace dos meses aproximadamente han aumentado los decesos. Dos de las iglesias católicas del barrio no paran de celebrar misas en memoria de los fallecidos. Las menciones en uno de los periódicos impresos de la ciudad se han incrementado notablemente, con una salvedad, los fallecidos son mayoritariamente del barrio donde vivo. Sorprendente, no cabe duda.
Tras más de cuatro semanas de intensa investigación, he recogido diversa información que resumo. El abanico de edad no revela nada especial, abarca desde los 10 hasta los 85 años de edad de los finados. El porcentaje de uno y otro género fluctúa entre el 45-51% y 55-49%. El 80% no ha sufrido enfermedad de las denominadas fatales o esperadas. Algo llama mi atención, la totalidad de los fallecidos recibió en sus domicilios un sobre de color gris en cuyo interior, al parecer, pues nadie hasta el momento presente ha podido mostrarme alguno, encontraron una nota escrita en papel blanco que no llegaron a leer.
Creo que cesaré en mi investigación, no llego a conclusión alguna, ni dispongo de una mínima sospecha que me obligue a informar a la policía. Así pues seguiré con mi cotidiana vida.
Han transcurrido dos meses y todo sigue igual, ninguna novedad, ni mínimo avance en lo que investigué. Sin embargo, al entrar hoy al portal del edificio donde vivo, y abrir el buzón del correo antes de subir hasta la segunda planta donde tengo mi domicilio, encontré un sobre gris con mi nombre escrito en caracteres de imprenta.
Las ocasiones en que suelo abrir este tipo de sobres, suelo encontrar propaganda absurda. Creo que faltan profesionales a la hora de imprimir este tipo de publicidad. Me duele pensar el inútil gasto de papel y tinta, aún más el escaso resultado que obtienen.
Subo los peldaños de los dos tramos por planta. Introduzco la llave amarilla en la cerradura superior y la naranja en la inferior. Entro en mi casa. Almuerzo. Acabo de ver y escuchar las noticias cuando me viene a la memoria el sobre gris que dejé junto a las llaves en el mueble de la entrada. Lo abro y saco una hoja de papel blanco. Al desdoblarla aparecen unas frases.
Mañana viernes, es el día previsto para su muerte. Aproveche el tiempo que le queda para despedirse de quien más ame. Tardarán en volver a verse.
Vuelvo a meter la nota en el sobre, me siento preocupado, dubitativo. ¿Debo ir a la comisaría para denunciar la amenaza? ¿Será una broma? ¿Será cierta la amenaza? No hay firma ni rúbrica. En el dorso del sobre no aparece remitente de la misiva.
Ahora esperaré a que amanezca mañana. Me da miedo cerrar los ojos, pero ¿miedo de que? ¿de morirme o de no poder despedirme de ti? Tal vez debería haber cambiado de barrio cuando acabé la investigación. Supongo que ha llegado mi hora. Dedicaré el tiempo que me queda a soñar contigo, en rememorar los momentos de felicidad que disfrutamos juntos; en mirar con deleite las imágenes de tu sonrisa, de tu mirada. Mi último pensamiento será para ti. Siempre te querré. Adiós, amor mío.
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