—¿De qué te quejas? —pregunta Dóxa
—¿Y tú me lo preguntas?
—Explícate
—Dispongo de dos ojos para mirarte. Dos manos para acariciarte. Dos piernas para ir a tu encuentro cada día. Dos oídos para escuchar tus anhelos, dos labios para besarte, pero…
—¿Qué?
—Me falta otro corazón para amarte todavía más.
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