Teño saudade, teño morriña
Después de casi siete años en mi antiguo domicilio, y pese a no responder a la llamada de ese afecto o cariño, no lo sé, a veces absurdo, que se tiene por las cosas, los lugares y otras largas de mencionar, a veces me duele desprenderme de ellos, precisamente por los momentos vividos, asomados con delicadeza, aunque constantes para dar paso a los recuerdos, ainda mais; debo suponer que con añoranza y pena, y desde luego con cierta tristeza. Los jirones no son perceptibles, siguen ahí, los siento. Me permiten caminar, pero eso sí, con desgarrones y andrajos cubriendo mis sentimientos.
En efecto he tenido días difíciles y los soporté estoicamente, no cabía otra, y los más, rozando lo que muchos llaman felicidad, aunque según algunos estudiosos de la sociología y la filosofía, no existe y si lo hiciera serían solo eso, momentos, limitados, cortos. Según señalan aquellos, la felicidad no puede ni debe permanecer estable por mucho tiempo como estado positivo en el ser humano, le pervierte, adocena, es motivo de desgracia cuando la pierde o no alcanza el horizonte para lograrla. Dos pasos hacia ella son los mismos que la alejan. Pero aquí sigo, rememorando el pasado y pese a no ser conformista, me atrevo a convenir con muchos, que cuando apenas se obtiene, la dificultad para retenerla se pierde como agua en un cesto de mimbre, o la sombra de una persona amada al confundirse con la noche.
Cierras la puerta por última vez y abres otra. Es un nuevo comienzo como tantos anteriores, otro caminar, otro cuarto donde dormir, donde soñar con los momentos felices dejados atrás, con quienes me visitaron, compartimos y vivimos juntos, disfrutando de un café, algún plato preparado en almuerzo o cena, tal vez un desayuno. Aquel licor o botella de vino especial, tanto o más que las sonrisas cruzadas y regaladas, o las lágrimas de tristeza causadas por desatinos u otras añoranzas para borrarlas secándolas con besos inventados.
Ese totum revolutum se agolpa y me confunde, desconozco donde se encuentra para revolver en él y buscar la felicidad, que no fue, o sí, y con rotundidad eliminar el amargor y tristeza que me produce reiniciar otra etapa.
Aún hoy no he logrado dilucidar si el sosiego y tranquilidad que mantengo se puede conjugar con felicidad. Témome que non, pois sigo botando de menos, estrañando e desexando a pouca felicidade que obtiven entón. Eu teño saudade e tamén moita morriña.
© Anxo do Rego. Junio 2023. Todos los derechos reservados.
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