En las tertulias celebradas en el Monasterio de San Bernardo, de Granada y bajo la moderación y dirección de Gerardo Fernández Morante, asisto periódicamente con mis humildes opiniones.
Esta primera,celebrada el 21 de Octubre de 2022, además de la reflexión introductoria, participe activamente en el intercambio de opiniones.
El texto de mi introducción fue el siguiente:
Mi silencio
Comenzaré por eludir la primera acepción que define la palabra silencio en el Diccionario de la R.A.E.: Abstenerse de hablar. No hacerlo sería mantenerme callado, y precisamente no es el motivo ni razón de esta reunión. Si me lo permiten, deberían considerar mi intervención como la 6ª acepción: como si fuera una pausa musical.
No deseo callar mi silencio, tampoco reprimir una pasión. Solo invitarles a rememorar sensaciones, recuerdos y sentimientos. Aquellos que se produjeron en momentos importantes donde el silencio, hoy protagonista, fue, es y será determinante en cada una de nuestras vidas.
La primera ruptura del silencio viene del mantenido en el seno materno hasta el momento crítico de nacer, para enfrentarnos a un mundo desconocido, repleto de ruidos, voces, aromas y contactos, sobre todo el de la madre. Y a partir de ahí, los silencios coyunturales, obligados por cuanto nos rodeó, hasta desembocar en el inmenso placer de guardarlo una vez calmado el lloro por el desbocado apetito tras ser amamantado. Tranquilidad, y entre cortinas desconocidas y miradas de amor, buscar con denodado ahínco, el silencio del sueño reparador en brazos de quien nos parió.
Constreñido por romper la barrera del desconocimiento, implícito durante los primeros años de infancia, reconocer y memorizar las letras con las que casar palabras y más tarde frases, guardar ese silencio del que nunca más nos separaremos.
El silencio llena la estancia. Ya hemos roto el que imperaba en nuestro pequeño y desconocido cerebro. Lanzar al éter una palabra, mamá, tal vez papá, comprobando que rompimos el silencio que no dejará de acompañarnos.
El silencio llena la estancia, la noche es nuestra asesora, quien controla el reloj del tiempo. No podemos dormir, permanecemos bajo su manto. Solo alcanzamos a verificar el intenso dolor que nos ha regalado una frase decepcionante escuchada de ese primer amor de adolescente. Creíste lograr que aceptara tu petición y, sin embargo, el rechazo produce un intenso padecimiento incontrolable donde el silencio es nuestro único acompañante.
Y así, día tras día pasan los meses, y los años. Los lustros se acumulan para relacionar todos y cada uno de los momentos en que el temeroso silencio ha luchado por encontrar su hueco en cada ser que le rodea. Para concretar y conducirle al culmen de la tranquilidad.
Para mi el SILENCIO lo definen
S de Sosiego. El encontrado al practicarlo.
I de Individualismo. Nos permite reflexionar a solas.
L de Longevo. Nos deja conjugar el verbo envejecer.
E de Encuentro. Con los recuerdos
N de Natural. Tal y como siempre fue
C de Conversar. Guardarlo en momentos en que el interlocutor habla.
I de Indispensable. Elemento para formar grandes acciones.
O de Objetivo: Puede serlo con la ausencia del sonido.
Cuantos y grandes recuerdos aparecen galopando en mi cerebro. Cuando lo rompieron al nacer mis hijos. El día en que afirmé mi amor por mi pareja y lo guardé esperando su respuesta. Tantos que no los relacionaré. Uno, tal vez el más importante y decisorio en mi vida lo encontré en la cima de una montaña. Allí encontré la definición absoluta al silencio. Al bajar fui otra persona.
Dos últimas consideraciones.
Dice un refrán: la palabra es plata y el silencio, oro.
Dijo Confucio: El silencio es el único amigo que jamás traiciona.
Ahora si lo desean pueden guardar Silencio.
Gracias.
© Anxo do Rego.Octubre 2022.Todos los derechos registrados.
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