Mi actualidad de ayer
Ayer tarde al acabar mi jornada, me sentí mal, tuve una desagradable sensación. Los nervios me traicionaron y llegó un momento en que no puede soportarla más. Sin embargo no justifica mi acción, si bien debería calificarla como en defensa propia.
Llegó el verano, a nadie debería extrañar, y con él los cambios de temperatura. Ya es manido el comentario del veroño, o está lloviendo, pero existen otras actitudes, las que incitan a cometer un crimen.
De todos es sabido que existen seres a quienes amas, otros soportables, y por último los que la convivencia es llevadera en ciertos momentos, ciertamente los menos. Son instantes en los que ronda una y otra vez; a veces con desprecio y siempre acumulando; verbos tales como fastidiar, molestar, irritar, desquiciar que abonan la idea de otro, asesinar.
Leer con atención, responder y cruzar correos con autores, dar explicaciones y construir con tiempo ciertos proyectos culturales, obliga a mantener la atención más de lo debido y me rodeo de silencio, apago la radio, o bien abro listas musicales con piezas clásicas que me proporcionan tranquilidad, elemento indispensable para cumplir las metras propuestas en el día. ¡Bien!, pues nada es más molesto que un ser despreciable que irrumpe constantemente en esa labor, que quiebra esa idea que comenzó a fluir y me disponía a ensayar. ¡No!, que va, es un ir y venir, una vuelta a empezar, una constante y decepcionante manía de molestar per se. Y le pides una y otra vez que te deje tranquilo, a lo que hace caso omiso, e insiste como si no tuviera otra razón de ser.
Tras almorzar juntos, ella sigue a lo suyo y yo de nuevo intento concentrarme, la fórmula parece que le gusta, continúa, no cesa. El reloj marca las ocho de la tarde y mi paciencia ha llegado al límite humano. Estoy dubitativo ¿Qué hago? Me marcho de casa por una hora, no puedo, todavía hace mucho calor. Me revuelvo y opto por quitarme una zapatilla y ¡Zas! Al segundo intento asesino a la mosca. ¡Se acabó!
© Anxo do Rego. 2019
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