Como ya comenté en las dos anteriores entrevistas publicadas, Roberto HC, además de ser el personaje más atractivo de cuantos he creado, literariamente hablando, es el único que admite entrevistas. El resto se encuentran en el limbo de la timidez y pese al interés mostrado por alguno de ellos, mantienen reticencias a la hora de decidirse y abordar mis preguntas.
Mis otras ocupaciones, ajenas a mi labor como narrador de historia, no me dejan por el momento tiempo suficiente para abordar más entrevistas. Esta tarde, después de mucha espera, por fin me he sentado frente a la pantalla del ordenador y rescatado a Roberto de la última novela, en realidad del proceso de investigación que lleva a cabo estos días. He conseguido estos momentos agradables de charla.
—A: Buenas tardes, Roberto.
—R: Hola, Anxo.
—R: Me has pillado almorzando con Celia.
—A: Lo siento, intentaré retenerte poco tiempo así podrás volver enseguida a tus ocupaciones.
—R: La verdad, no me importa, necesitaba airearme un momento.
—A: Si es así, no te pediré disculpas.
—R: De cualquier forma, las acepto como si lo hicieras.
—A: Gracias. ¿Oye, te importa que sigamos anteponiendo nuestras respectivas iniciales?
—R: ¿En honor a tu amigo Iñaki?
—A: No recuerdo haber mencionado su nombre, pero sí, es en su honor.
—R: Adelante. No me importa.
—A: Gracias.
—R: ¿Retomaremos el hilo de la última entrevista?
—A: Como quieras, pero tenía pensado algo distinto.
—R: ¿Cómo qué?
—A: Me gustaría hacer una reseña general de todos los casos en que te has visto inmerso.
—R: Supongo que tendrás tus razones.
—A: No tengo problema alguno en comentártelas.
—R: No importa, puedes ahorrártelas.
—A: Entonces dejaremos el guion de las entrevistas para más adelante. Dentro de un par de semanas a lo sumo.
—R: No me vendrá mal, ahora mismo tengo un caso muy peliagudo. Precisamente me has rescatado cuando pretendía abordar una conversación con un fin determinado.
—A: ¿Puedo saber cuál?
—R: Al almuerzo, que he preparado personalmente, hemos invitado a Esperanza, mi antigua psicóloga criminalista y a su marido, Adolfo.
—A: Así que, con la guapa Esperanza.
—R: Lo dices con algo de sorna.
—A: Hombre, tuviste tus cosas con ella.
—R: Estás confundido. Ella tuvo sus cosas conmigo.
—A: Venga Roberto, que tú y yo sabemos que te gusta y bastante.
—R: Ciertamente es atractiva, pero por aquel entonces yo tenía pareja. Tú me diste la posibilidad de ser infiel y sin embargo no di el paso.
—A: No esperaba menos de ti. No solo debes ser justo y honesto, también aparentarlo.
—R: Son ciertas tus palabras, aunque a veces, también sabemos, que nos dejamos llevar por los momentos vividos.
—A: Preferiría no entrar en esas disquisiciones.
—R: Como digas. Bueno, pues eso, que estaba comiendo con esa pareja y Celia, cuanto me has rescatado.
—A: ¿Algo que deba conocer?
—R: Si, quiero que me eches una mano. Investigo a un asesino que comienza a preocuparme.
—A: Seguro que es eso. ¿No será que echas de menos tus antiguas actividades en la comisaría?
—R: También mi querido Anxo. Deberías cambiarme de sitio.
—A: ¿Qué propones?
— R: No sé, deja a Carmelo al frente de la agencia y a mi devuélveme a una comisaría. Me sigue gustando más la investigación.
—A: Me lo pensaré.
—R: Te lo agradecería mucho.
—A: Bueno, creo que puedes volver y atender a tus amigos y a Celia.
—R: ¿Puedo irme ya?
—A: Si, agradezco tu tiempo.
—R: Yo también. Avísame cuando quieras.
—A: Lo haré.
Como comprobaréis, Roberto es un hombre amable, incluso simpático a veces, pero sobre todo muy trabajador y un entusiasta de la investigación de cuestiones criminales.
Nos conocimos hace años. Inicialmente comencé a escribir una serie de relatos cortos. Necesitaba hacerlo. Por aquella época atravesaba un momento difícil en mi vida, tal vez era la única manera de sustraerme de cuanto me rodeaba y ocupar mi tiempo en algo que me hiciera abstraerme.
Cuando acabé y recorrí los renglones con detenimiento, me di cuenta que el nexo de unión era Roberto HC y fue entonces cuando decidí lanzarme un reto. No abandonarle, hacerle personaje principal de una posible serie de novelas que pretendía seguir escribiendo.
Inicialmente, durante los doce primeros casos, se le conocía como inspector Roberto HC, aunque después le ascendí a comisario. Le hice bregar para ganarse el cargo. Por aquel entonces estaba destinado en una comisaria madrileña investigando homicidios. Sin embargo, el comisario José María, le reclamó para hacerse cargo de cuantos casos extraños, fueran o no homicidios.
A medida que avanzó la serie con él de protagonista, decidí titularla con su propio nombre, Roberto HC. Las novelas avanzan y van preñándose de personajes singulares, que seguramente ya conocéis. Un inspector de homicidios, Ignacio Dobles. El joven agente, propuesto para inspector, que domina la informática, Luis Pinillas y la experta psicóloga criminalista, inquietante, inteligente y guapa, Esperanza Miró.
Si habéis leído las novelas publicadas, sabréis que Roberto HC es un hombre soltero, bon vivant, y algo crápula. Tiene numerosas amigas, entre ellas. Loli, amante, confidente y compañera, aunque su vida se altera sustancialmente a medida que avanzan sus investigaciones.
Prefiero dejar ciertos detalles para más adelante, posiblemente para la siguiente entrevista con Roberto.
© Anxo do Rego. 2020
Entrevistas anteriores: # 1 – # 2
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