LA ISLA DE LAS ÚLTIMAS VOCES
Mikel Santiago. Penguin Ramdom House. 554 páginas.
Reseña de Anxo do Rego
Leo cuanto cae en mis manos y en general no suelo abandonar la lectura de una novela. Solo lo hice en dos ocasiones y de eso hace ya más de seis años.
Las reseñas de cuanto leo son el resultado de mi opinión personal, no me debo a nadie y dispongo de la libertad necesaria para comentar cuanto me parece oportuno en mi página oficial, pese a quien pese.
Soy un lector tenaz, disfruto teniendo un buen libro en las manos. Ocupar al menos tres horas diarias, en vivir la narración que me hace sentir, vivir las historias propuestas por los autores. En una frase, apreciar la literatura. Cuando leí el texto de la contraportada y las frases de la solapa emitidas por incontables medios de prensa de La isla de las últimas voces, me dije:«Creo que voy a disfrutar con su lectura».
Ayer acabé de leerla. Con esta novela he bajado mi ratio. Exactamente me ha costado diez dias acabarla.Despues de leer las primeras doscientas páginas sentí tal sopor que no quise seguir leyéndola, pensé que sería la tercera vez en abandonar un libro sin acabarlo. No obstante me dije: Date y dále al Autor una oportunidad, acábala.
En efecto, es un trhiller, como gustan decir a las editoriales. Mi única razón por acabar de leerla ha sido conocer el final. Lamentablemente me parece un insulto señalar que el Autor, con todos mis respetos, sea comparado con Patricia Highsmith, Stephen King o como dice La Razón, el suspense de Alfred Hitchcock. Un poco más de seriedad y respeto.
Esta novela es un hartazgo de anglicismos, sus paginas están repletas de ellos. Las descripciones abundan tanto que se hace pesada la lectura, además son en ocasiones absurdas rayando con la grosería, desviándose de la trama, por otro lado insulsa. Son en realidad paja de relleno literario.Una isla apartada en Escocia, personajes escoceses donde los giros idiomáticos son incomprensiblemente españoles. Cansa leer frases que estoy convencido no son frecuentes en esa parte del mundo y aún menos en esos ciudadanos británicos. Abusa de las comillas, los paréntesis y las palabras en mayúsculas, por ejemplo ¿Acaso no tiene TODO EL MALDITO SENTIDO DEL MUNDO? como si con ello enfatizara o quisiera gritar el personaje.
Subyace un regusto a machismo. Un abuso del polvo satisfactorio de ciertos personajes. Apreciaciones de cada personaje, en especial de los hombres: unas tetas enormes. No necesarias creo yo. Abundan los nombres de calles, lugares y espacios como un abuso al lector por desconocer la isla donde se desarrolla la historia. Claro que no me he detenido en comprobar si es ficción total o el autor estuvo unas vacaciones en St.Kilda.
Me ha costado mucho averiguar la razón por la que sueñen tanto los personajes. Todos lo hacen y no una sino varias veces, y la verdad es algo pesado e incomprensible. Es una especie de ruptura de la trama principal como si el autor quisiera conocer que el lector sigue atento a la historia.Lo hace una y otra vez. Cansa.
Abusa de marcas de los elementos que rodean la historia. Bajo mi personal criterio, el autor se introduce en la novela y realiza comentarios que pone en boca de algunos personajes.
La narración se inicia en tercera persona, sin embargo el autor se olvida de ella y en momentos lo hace en primera persona.
Lo siento mucho. Stephen King no la habría escrito, Alfred Hitchcok se rasgaría las vestiduras y la gran autora de «Extraños en un tren» y sus decenas de relatos y novelas, se habría sentido muy molesta. He leido todas las obras de Patricia H. y en nada se parece a La isla de las últimas voces.
Lo lamento mucho no me ha gustado nada. No es literatura. No obstante leeré alguna obra más de este autor por si con ella me elimina el mal sabor de lectura que me ha dejado esta.
© Anxo do Rego. Noviembre 2020. Todos los derechos reservados.
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